“Con su defunción, el mundo pierde a una leyenda y un modelo a seguir. Su música y su pasión ilimitada por la vida entusiasmó a millones de admiradores e inspiró a las estrellas del futuro.”
Bernard Doherty (portavoz y publicista de Tina Turner)
Sinceramente no era nuestra intención publicar este mes un obituario en el blog, pero los acontecimientos se han precipitado. Ha muerto Tina. La gran Tina Turner. La Reina del Rock & Roll. La teníamos un poco olvidada desde que decidió alejarse de la escena pública en 2013, aquejada de varias dolencias, y retirarse a su residencia en Suiza. Allí ha fallecido a la edad de 83 años. Resulta imposible no recordar aquellas imágenes icónicas de la cantante sobre un escenario, un auténtico terremoto, unas piernas largas y torneadas sobre tacones imposibles, vestidos ajustados, una melena felina y una voz poderosa e inconfundible. Un huracán. Desconozco si en aquella época se hablaba de empoderamiento femenino, como se hace ahora con frecuencia, pero el término podría haberse creado perfectamente para definir a Tina.
Cuando hace muchos años descubrí esta canción me pareció, y me sigue pareciendo, la mejor versión de un clásico del rock que he escuchado. Eran los tiempos del dúo formado con su por entonces marido Ike, en las décadas de los 60 y 70. Aunque eran relativamente famosos en el reducido mundo del soul y el r&b, sobre todo gracias a las explosivas coreografías de Tina Turner y las Ikettes (grupo coral de acompañamiento), su popularidad y visibilidad aumentaron con estas enérgicas versiones de temas rockeros. Otro impulso a su carrera serían sus actuaciones como teloneros de grandes bandas, en especial los Rolling Stones. En 1976 finalizó esta exitosa trayectoria, tras la abrupta separación de la pareja después de años de mantener una relación conflictiva.
“La lista de obstáculos es larga: una infancia infeliz, el abandono, un matrimonio violento, una carrera estancada, la ruina económica, la muerte prematura de miembros de mi familia y múltiples enfermedades.”
Tina Turner (“La felicidad nace de ti”, libro de memorias)
La historia de Tina es una historia de superación y supervivencia. Después de cortar el vínculo con el maltratador de Ike, vinieron unos años de decadencia y ostracismo, con proyectos musicales irrelevantes y acosada por las deudas. Hasta que a mediados de los 80 llegó el éxito y la apoteosis. Había nacido la Reina del Rock. El punto de inflexión es Private dancer (1984), con una producción diferente que le permitió evolucionar hacia un pop-rock de masas. El disco tuvo una acogida brutal y se convirtió en multiventas. A partir de ahí comenzó la leyenda, una artista sensual y volcánica, con directos trepidantes, un referente para muchas que vinieron después, desde Whitney Houston a Beyoncé. En cifras, más de 200 millones de discos vendidos y 8 premios Grammy, un bagaje nada desdeñable.
“Nadie se movía como ella sobre las tablas, desatada, generosa, con la frondosa melena al viento y la sempiterna sonrisa blanca, una fuerza de la naturaleza que influyó a generaciones posteriores de mujeres con su mantra particular: sobre el escenario ningún hombre era más que ella.”
Pablo Scarpellini (El Mundo)
En la Biblioteca tienes el recopilatorio Simply the best, además de otros cd’s donde aparece la cantante (Tommy, River: the Joni letters, Mississippi blues…).
Una gran pérdida. Recordando la letra de una de sus canciones más conocidas:
You’re simply the best
Better than all the rest Better than anyone Anyone I’ve ever met