Los desvaríos llegan a su fin, para descanso de los lectores y oyentes. Esto significa que ya estamos en el siglo XXI, han pasado muchos años desde mis escarceos iniciáticos en el universo del rock, y los nuevos tiempos nos aportan una evolución meramente tecnológica. De hecho, si echamos la mirada atrás, todos asociamos las diferentes décadas del siglo pasado a un determinado tipo de música o corriente generacional, algo que seguramente no ocurre ni ocurrirá en la época actual. El tercer milenio supone el asentamiento definitivo de la tecnología digital y, en mi caso particular, me regaló mi objeto más preciado, el iPod, el arma definitiva de consumo masivo de música. Gracias Mr. Jobs. Un pequeño objeto, cómodo y funcional, en el cual podía almacenar toda mi música (y más) y que me acompaña como un fiel amigo desde que le conocí. Después vendría la auténtica revolución, la que nos ha cambiado la vida a la mayoría. Llegó Internet, y modificó muchos de nuestros hábitos al escuchar música. La nostalgia nos empuja a veces a desempolvar algún vinilo (la industria se empeña en revalorizarlos para venderlos como un artículo de lujo) o a ir a la estantería de los cd’s, pero la realidad es que ahora es el tiempo del smartphone y plataformas como Spotify, Amazon, Deezer o YouTube.
En lo musical creo que el pop-rock y el rock en general están estancados, resulta difícil evolucionar y siempre tengo la sensación de que nada mejora lo pasado. Aún así he seguido empapándome de todo tipo de novedades, de grupos dominantes en la actualidad como Coldplay, Muse, The Killers, Foo Fighters, Arcade Fire, Train, Kings of Leon o un largo etcétera de bandas independientes y alternativas. También he asistido al declive y explotación mercantil de muchos de mis ídolos del siglo pasado, grandes dinosaurios con necesidad de grandes ingresos. Además de ver cómo año tras año perdemos a algunas de esas figuras (me vienen ahora a la memoria David Bowie, Lou Reed, Michael Jackson o Aretha Franklin), auténticos iconos sin recambio en la actualidad. Otro indicador del nivel que nos rodea es la proliferación de programas y concursos musicales, las nuevas estrellas mediáticas son especialistas del karaoke, me estoy imaginando a Lennon y Jagger hoy en día haciendo una versión de los Carpenters y esperando el beneplácito del público. Por eso, aunque no pierdo la esperanza, reconozco que si tengo que elegir mi opción seguirá siendo Rubber Soul, Disraeli Gears, Exile on Main St., Who’s Next, A Night at the Opera, Breakfast in America, Born to Run, The Joshua Tree, Automatic for the People, OK Computer, Music for the Masses y un largo etcétera.
La verdad es que uno va teniendo una edad y en lo musical, como diría el bueno de Johnny Nash, creo que ya lo tengo bastante claro.
Johnny Nash – I can see clearly now
Recordaros, como siempre, que muchos de estos músicos y discos los tenéis disponibles en la colección audiovisual de la Biblioteca.