Algún momento durante 2015, en el campo de refugiados de Yarmuk (afueras de Damasco). Ayham Ahmad, un joven palestino, arrastra su piano a la calle y lo toca entre ruinas durante varios días para enfrentar el dolor de la guerra. Otros músicos se le unen. Madrid, 5 de enero de 2016. Se celebra un concierto benéfico a favor de los refugiados sirios en el Teatro Real de Madrid a cargo de la Banda Sinfónica Municipal y numerosos músicos invitados, entre los que figuraban Kepa Junquera o Santiago Auserón. Median muchos kilómetros y, sobre todo, un abismo entre las situaciones personales de los músicos.
La historia de la humanidad está llena de gente huyendo de sus países por motivos políticos. Hoy, los refugiados sirios llenan los telediarios, y entre ellos figuran algunos músicos, como los miembros de la Syrian Expat Philharmonic Orchestra, fundada en Alemania, o esta banda de rock, que convirtió su peregrinaje europeo en busca de refugio en toda una gira musical.
Existen algunos ejemplos de refugiados políticos que, en la actualidad, han obtenido cierta repercusión internacional en el mundo de la música. Es el caso de la rapera M.I.A., de origen tamil, cuyo padre, activista político, tuvo que huir a Londres en el transcurso de la guerra civil en Sri Lanka. O también la cantante sudafricana Miriam Makeba, abocada a vivir en el exilio durante tres décadas por su oposición política al apartheid.
https://www.youtube.com/watch?v=m-x9jIH3PQ4
https://www.youtube.com/watch?v=fBIaOawb5zU
El siglo XX fue también centuria de guerras y refugiados políticos. La nómina de músicos exiliados con motivo del Holocausto es muy nutrida. Algunos de ellos tuvieron que huir por ser de origen judío, como Arnold Schoenberg, Kurt Weill o Arthur Rubinstein, y otros, que no lo eran, tuvieron igualmente que escapar por su posicionamiento político en contra del régimen nazi, como el compositor húngaro Béla Bartók.
España ha sido país de refugiados políticos. El músico Pau Casals, por ejemplo, tuvo que cruzar los Pirineos destino a Francia al final de la Guerra Civil, como medio millón de españoles. Posteriormente marchó a Puerto Rico. En los campos de refugiados de Argelès, Barcarés, o Saint Cyprien enseguida se organizaron los llamados barracones de la cultura, en donde se desarrollaban actividades culturales que, además de clases o eventos deportivos, incluían la formación de bandas de música.
Distinto camino que Casals pero idéntico destino, el del exilio, le esperaba al cantante Miguel de Molina al terminar la guerra. El genio de la copla tuvo que huir a Argentina. Su figura recobró actualidad al ser objeto de la película Las cosas del querer, dirigida por Jaime Chávarri en 1989.
El disco Poemas del exilio, en el que Miguel Poveda versiona al poeta Rafael Alberti, retiene ecos del exilio español a través de los versos que el poeta de la Generación del 27 escribiera en su exilio en Argentina.
Durante el último tercio del siglo XX fueron muchos, también, los músicos que tuvieron que salir de sus países por razones políticas en América Latina, donde se establecieron terribles regímenes militares. Aunque Víctor Jara no pudo salir del Chile de Pinochet antes de ser asesinado, muchos de sus compañeros de generación en la Nueva Canción Chilena partieron al exilio: Isabel Parra, Patricio Castillo, Patricio Manns, Osvaldo Rodríguez o los miembros del grupo Tiempo Nuevo. Algo similar sucedió en Argentina, de donde tuvieron que huir Horacio Guaraní, Mercedes Sosa, Leon Gieco o el rockero Charly García.
Algunos músicos argentinos llegaron a España donde, ellos o sus hijos, desarrollaron lo mejor de su carrera musical. Es el caso de Rubi (junto a Los Casinos), los hermanos Makaroff o Ariel Rot.
En la biblioteca contamos con discos de estos artistas exiliados (algunos de ellos están enlazados a lo largo del texto). Os invitamos a viajar a través de su música y tener siempre presente la responsabilidad de acogerles.