Para sumarnos a las Jornadas contra la Violencia de Género, que esta semana están celebrándose en la Universidad Carlos III, hemos decidido ponernos las gafas de ver violeta y afinar el oído para hablar de música, feminismo y violencia de género. De entrada, habrá a quien le extrañará que para ello mencionemos en el título el hip-hop y el reggaetón, dos géneros que comunmente se tienen por machistas.
Estos estilos musicales están fuértemente estigmatizados por su carga machista pero ¿existen géneros machistas o canciones machistas?
La Asociación SURA (Segundas Oportunidades) y el Colegio Lluis Vives Massanassa de Valencia ganaron el año pasado el primer premio en el Concurso Nacional en Centros de Enseñanza y Universidades por la Igualdad y contra la Violencia de Género con un rap compuesto e interpretado por un grupo de alumnos del colegio en el marco de un taller formativo dirigido a jóvenes en riesgo de exclusión social. En la elaboración del tema ayudó también Toni Mejías, del conocido grupo de rap Los Chikos del Maíz.
Lo cierto es que no se trata de una excepción ni algo inaudito, el rap feminista cuenta con una nómina nutrida de artistas, entre las que destacan las cubanas Krudas Cubensi, la argentina Sara Hebe, la chilena Ana Tijoux, o las españolas La Mala Rodríguez o Gatta Cattana, entre otras.
Precisamente en una canción de esta última –Cattana- recientemente fallecida, podemos encontrar frases que hacen referencia a textos clásicos del feminismo. En su Lisístrata se escucha “Yo no camelo perfumes de Nina Ricci/ soy más de libros de la Silvia Federici”. Consigan en nuestra biblioteca Calibán y la bruja, de la feminista italo-americana o Teoría King-Kong (Virginie Despentes), ambas citadas en la canción, y comprueben la profundidad de las lecturas de la joven rapera.
Bien, vale, hay rap más allá de los vídeos musicales adornados con mujeres objeto, pero ¿qué pasa con el reggaetón? Pues sí, también hay canciones feministas y que denuncian la violencia machista dentro del género. Es el caso de las argentinas Chocolate Remix, que no renuncian a los movimientos sensuales y atrevidos clásicos del reggaetón en sus vídeos –el perreo-, pero dotan sus letras de contenido social y femnista. En Ni una menos, por ejemplo, hacen un alegato contundente y directo contra la violencia machista.
No faltan voces que, para defender ambos géneros, señalan que gran cantidad de canciones pop son machistas, o argumentan que podría rastrearse cierto deje clasista en el estigma que persigue músicas de origen marcadamente popular y racializado, como ya sucediera antes de ser aceptados por el sistema con el blues, el tango o el mambo. En cualquier caso, parece claro que es la canción y no el género lo que debemos juzgar. Y parece que el hip-hop y el reggaetón feminista están aquí y no tienen intención de dejar de producir rimas.