New Orleans fue una de las ciudades más ricas y cosmopolitas a principios del siglo XIX. Un crisol cultural donde convivía gente de todas las nacionalidades.
En esta sociedad integradora las melodías caribeñas empezaron a mezclarse con los ritmos africanos traídos por los esclavos y con las melodías clásicas occidentales traídas por los criollos. A esto hay que añadirle las canciones de minstrel, los cantos de los trabajadores de las plantaciones, la música espiritual y el sonido constante de las bandas de viento que actuaban en las bodas, funerales y Carnavales.
A su vez, una nueva ola cristalizaba a partir de canciones afroamericanas de ragtime y blues.
El ragtime es una música excitante y viva cuyo ritmo avanza en forma de marcha sincopada que se hizo popular como música para piano. Mientras que el blues era una música lenta e intensa que expresaba el desencanto personal, estos blues resonaban por las calles gracias a los guitarristas y armónicas itinerantes.
Una vez juntos, estos regalos del alma afroamericana convergieron en un nuevo estilo musical que rápidamente daría la vuelta al mundo y se convertiría en la primera expresión del espíritu norteamericano moderno.
En las calles de New Orleans, la música es una expresión artística vibrante y en constante evolución que convoca a nuevos artistas que aprenden de sus predecesores y renuevan la producción musical con nuevas ideas y renovada energía.
En el disco New Orleans , de la serie Putumayo, se combina el jazz y el blues tradicionales de New Orleans en sus versiones clásicas y modernas. Se incluyen iconos como Louis Armstrong y Louis Prima, al lado de Kermit Ruffins y Nicholas Payton, dos de las nuevas figuras más importantes del momento.