“When I heard him, I said, This is for me. This is where the soul of man never dies. His eyes would light up and you’d see the veins on his neck and buddy there was nothing on his mind but that song. He sang with his damn soul (…) Once the beat got going, he would hypnotize himself and he did things musically that you wouldn’t believe. He knew that he couldn’t really talk to people except to enclose it in music.”
Sam Phillips (WREC Memphis)
Howlin’ Wolf – Shake for me
Chester Arthur Burnett (1910-1976), más conocido como Howlin’ Wolf, no era un tipo cualquiera. Con sus casi dos metros de estatura y sus más de 135 kilos de peso, tenía una figura imponente, a la cual añadía una voz rasgada y profunda. Realmente inimitable, su estilo era vigoroso y abrasivo, un torrente desbordante que le situó junto a su coetáneo Muddy Waters en la élite del llamado Chicago blues. Nunca fue un virtuoso, más bien rudimentario, pero su música transmite autenticidad y es capaz de moverse con soltura entre el primitivismo y la modernidad.
Howlin’ Wolf – How many more years
Como tantos otros, Howlin’ Wolf nació en la zona del Delta en una familia humilde de plantadores de algodón. Allí aprendería a tocar la guitarra con el mítico Charley Patton y la armónica con su cuñado Sonny Boy Williamson II. Alternó el trabajo en el campo con la música, coincidiendo en algunos conciertos con artistas como Robert Johnson o Elmore James, hasta que a principios de los años 50 se trasladó a Chicago para firmar por el sello Chess. Creó una banda cuya formación sufrió constantes cambios, salvo colaboradores habituales como el guitarrista Hubert Sumlin o el bajista y compositor Willie Dixon. En su vida privada, Wolf fue un bluesman atípico, que gozó de cierta popularidad, sin problemas financieros y que nunca se dejó llevar por los excesos. Su legado es notable y entre sus admiradores reconocidos están The Rolling Stones, Eric Clapton y Cream, Steve Winwood, Jimi Hendrix, Grateful Dead, The Doors o Creedence Clearwater Revival. Para la estadística, ingresó en 1980 en el Blues Hall of Fame, en 1991 en el Rock & Roll Hall of Fame, y la revista Rolling Stone le otorgó el puesto 51 en su clasificación 100 Greatest Artists of All Time.
Howlin’ Wolf – Evil
“He had a voice like shattered glass being dragged over hot asphalt. It enabled him to register rage, paranoia, loneliness and lust almost as a single emotion clenched into a taut vocal fist that punched like none other on earth (…) Their music looked less towards heaven than Earth and a resignation to the rhythms of nature in general (and harvest in particular). Nature, of course, can be both cruel and kind; Wolf embodied a torrential natural force of the sort before which lesser mortals are simply swept away. His music springs from a tradition which can be traced ultimately to Africa.”
Mark Humphrey
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