Poemas de Emily Dickinson

13 de marzo de 2010

Dicen que casi nunca en su vida salió de su habitación, en la casa paterna, esta mujer poeta íntima, intensa e inmensa. Dicen que es una especie de isla en las letras norteamericanas, que instauró un lenguaje poético nuevo, que usó la metáfora como nadie nunca antes. Dicen que amó a un hombre con quien no podía casarse, dicen que amó a una mujer, con la que tampoco. Dicen de su profunda fe presbiteriana. Dicen de su desesperanza. Dicen que sólo dejaba leer sus poemas a dos amigas, y que no quería verlos publicados.

Admonished by her buckled lips.
Let every babbler be
The only secret people keep
Is Inmortality

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 10 de diciembre de 1830 – 15 de mayo de 1886) pertenece a la estirpe de fuertes mujeres escritoras de los tiempos en que ser mujer y escribir era una combinación difícil. Dificultades relatadas por Virginia Woolf en “Una habitación propia” o por Carmen Martín Gaite en “Desde la ventana”, por ejemplo. Pero mujer fuerte, como Emily Brönte, como Jean Rhys, o como la misma Teresa de ÁvilaJuan Ramón Jiménez la calificó como “una Santa Teresa laica, presumida y coqueta de alma”.

If my Bark sink
‘Tis to another sea –
Mortality’s Ground Floor
Is Immortality –

Dicen que se dejó influir por la Biblia, por las flores de su jardín -como las Indian Pipes de la foto, como las que acompañaron la portada de la primera edición de sus poemas- por Ralph Waldo Emerson o John Keats, por las abejas en la fuente o las moscas en la ventana -como Machado, mira- por Edgar Allan Poe y por los himnos que se cantaban en su iglesia.

How dreary – to be – Somebody!
How public – like a Frog –
To tell one’s name – the livelong June –
To an admiring Bog!

Sabemos que ha interesado a tres mujeres fuertes tan distintas entre sí como Silvina Ocampo, -que tradujo sus poemas- Nuria Amat -que los versionó – o Carla Bruni – que los cantó.

El nombre iluminado
Cuando del ser amado
el nombre escuchas,
se ilumina con tal ráfaga,
íntima y fugaz,
como el sol sobre la nieve.

(Nuria Amat)

Tan lejos de la piedad, como la queja –
tan frío a la palabra -como la piedra –
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de hueso –
tan lejos del tiempo -como la historia –
tan cerca de uno mismo -hoy –
como niños, a las bufandas del arco iris –
a la puesta de sol a su juego amarillo
a los párpados en el sepulcro –
¡cuán mudo yace el danzarín –
cuando las revelaciones del color se rompen –
y resplandecen -las mariposas!

(Silvina Ocampo)


(Carla Bruni)

… y todo esto, por cierto, es a propósito de la pequeña exposición de literatura escrita por mujeres que puedes encontrar en la Biblioteca de Colmenarejo de la Universidad Carlos III de Madrid desde el pasado 8 de marzo. Hemos querido este año desvincular la celebración del Día de la Mujer Trabajadora de lecturas feministas -como hemos hecho otros años- y ofrecer la literatura desnuda.

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