Una imagen satírica del fascismo en los años 30: Trifulca a la vista de Nancy Mitford

Ene 25, 2019 | 365 días de libros

Noel Foster acaba de recibir una herencia y ahora es rico y libre. Por este motivo abandona su empleo en Londres y decide invertir el dinero en la búsqueda de una joven acaudalada con la que casarse y mantener una vida acomodada y ociosa. Su amigo Jasper Aspect, experto en la materia, le sugiere que viajen juntos a la pequeña localidad de Chalford, donde vive la mayor heredera de Inglaterra, Eugenia Malmains. Casualmente coinciden en el pueblo con otra joven aristócrata, Marjorie Merrith, y pactan repartirse los objetivos: Eugenia será para Noel y Marjorie para Jasper. Sin embargo, ambos acaban enamorándose de otras damas que, para complicar los planes, ya están casadas.

Trifulca a la vista (Wigs on the Green) se publicó por primera vez en 1935 y es la tercera novela de Nancy Mitford (1904-1973), en la que retrata en clave de comedia aspectos de la vida de las clases acomodadas y de la aristocracia rural inglesa en plena época del auge del fascismo en Europa. No sólo satiriza la costumbre del matrimonio como medio para financiarse un estilo de vida, sino también el discurso y la estética de los fascistas británicos (socialunionistas o camisas tricolores en el libro), un mundo que conoció bien y del cual toma muchos elementos autobiográficos. No en vano Nancy era la hija mayor del barón de Redesdale y sus hermanas Diana y Unity dos fervientes seguidoras de Hitler desde que en 1933 asistieron al congreso del partido nazi en Nüremberg. Diana estuvo casada con Owald Mosley, fundador de la unión británica de fascistas, y Unity inspira el personaje de Eugenia Malmains.

Aunque la crítica política no sea el factor determinante de la novela, una burla sobre las ideas y las actividades de Eugenia y sus colegas socialunionistas encuadra el desarrollo de la trama –enredos amorosos y enfrentamiento entre facciones- y da la pauta a muchos diálogos llenos de comicidad. Veamos una parodia sobre cómo el pensamiento totalitario es capaz de reescribir la Historia. Vamos a situarnos en una fiesta que ofrece la abuela de Eugenia y que incluye una representación teatral ambientada en cierta visita que hizo el rey Jorge III a Chalford. Eugenia se empeña en redactar el discurso que debe pronunciar el protagonista encargado de interpretar el papel del rey, y este es el resultado:

¡Salve! Y gracias a todos por vuestros buenos deseos. Nos complace hallarnos entre nuestros leales súbditos arios de Chalford y alrededores. En nuestro discurso de hoy, hemos pensado que os contaríamos un sueño profético y muy curioso que tuvimos anoche. Soñamos que, de manera gradual, este glorioso país nuestro empezaba a hundirse en el fango y el cieno de una democracia en decadencia. América, como tenemos la seguridad de que todos habréis advertido con espanto, se ha visto contaminada por el mal, y suponemos que no tardaremos en tener que sacarla a patadas de nuestro glorioso imperio. (…) No importa, britanos, no desesperéis, pues en nuestro sueño hemos visto que, cuando os hayáis sumido en la noche más oscura, gobernados (si puede utilizarse semejante término)  por una jauría de ancianas calamitosas que deberían llevar años muertas, despuntará un nuevo día. (…) Un nuevo espíritu, el espíritu del socialunionismo, imperará en nuestra tierra, la vitalidad volverá a fluir por sus maltrechas venas, y a la odiosa democracia le llegará su hora y morirá. Y ahora entonemos todos juntos el himno del socialunionismo “Tierra de los camisas tricolores de la madre patria”.

—¿Qué te parece? —quiso saber Eugenia.

—Es un buen discurso —contestó Jasper, al que se le había metido cerveza por la nariz y estaba atragantándose contra el pañuelo.

No es de extrañar la reacción de Jasper si recordamos la época en la que vivió Jorge III y que durante su reinado se produjo la guerra de independencia de los Estados Unidos. También llaman la atención otros momentos de la novela en los que aparecen aspectos del fascismo cuya deriva final todavía no podía aventurarse y que la hacen muy interesante desde un punto de vista histórico. Por ejemplo, cuando encontramos a Eugenia y a Jasper –dada la ironía de éste por descontada– conversando sobre los carteles para anunciar la fiesta que, además de la representación con el rey Jorge como protagonista, cuenta con un mitin socialunionista:

Eugenia le señaló a Jasper lo que hacía de esos carteles algo verdaderamente chic: no había dos iguales.

—Oh, no me digas –repuso él—, pues a mí me han parecido todos clavados… En cualquier caso todos parecen llevar una imagen de King Kong.

—Qué estúpido eres —espetó Eugenia llevándose una mano a la daga, furiosa—, ¿no ves que es un camarada de los camisas tricolores que tiende la antorcha del socialunionismo a los jóvenes de Gran Bretaña? Todos llevan esta imagen; lo que quiero decir es que el texto de cada uno es distinto, según donde vayan colgados. ¿No has leído el que hay en el exterior del Jolly Roger, por ejemplo?

—No lo he leído —admitió Jasper— porque estaba demasiado absorto admirando a King… quiero decir, al camarada camisa tricolor. 

(…)

—Los carteles de Rackenbridge hablan de la cobardía de los pirómanos pacifistas y de que todos los enemigos de la causa socialunionista correrán sin duda el destino de Van der Lubbe. (…) El de la vicaría anuncia que, como la religión ha fracasado tanto en este país, el socialunionismo no tardará en ocupar su lugar; el de la casa del señor Isaac promete que se enviará a todos los judíos a vivir en Jerusalén, la ciudad dorada que mana leche y miel, y el de las puertas del jardín de lord Alexander contiene información sobre la naturaleza obsoleta de la legislación hereditaria.

 

Nancy, Diana, Unity y Jessica Mitford (Sketch magazine cover 1932)

Las referencias familiares presentes en el libro y los desgraciados acontecimientos que vivió Europa en la década posterior a su publicación hicieron que la autora se negara a reeditarlo en vida: “Han ocurrido demasiadas cosas para que los chistes de nazis puedan considerarse divertidos y merezcan otro calificativo que el de ser de pésimo gusto —escribió a Evelyn Waugh—, así que eso queda descartado”. Son palabras que recoge Charlotte Mosley, nuera de Diana Mitford, en su interesante introducción de Trifulca a la vista (edición española en Libros del Asteroide, 2011).

V. Maldonado

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