Rocío Orsi en el Día del Libro
Rocío Orsi nació en Madrid en 1976 y murió en esta misma ciudad el 29 de noviembre de 2014. Es una de las pensadoras en lengua española más importantes de su generación y su obra está todavía por leer y por discutir con toda la profundidad que requiere. En muchas disciplinas (y también en algunas áreas de la filosofía académica, proclives a la obsolescencia más enloquecida), la vigencia de un paper es cosa de pocos años, o incluso de unos meses, pero la obra de Rocío Orsi pertenece a la tradición del mejor ensayo filosófico y no ha sido escrita para salir del paso en eventos académicos más o menos prescindibles. Rocío Orsi ha sido una destacadísima profesora de filosofía, aunque también una escritora magnífica. Sus muchos artículos, ponencias, notas y reseñas abarcan un conjunto de intereses verdaderamente amplio y, de un modo que sorprende en tiempos de hiperespecialización escolástica, dejan sin tocar muy pocas teclas del órgano filosófico. Quien quiera hacerse una idea clara de las preocupaciones de Rocío en los últimos años habrá de leer, sin duda, el largo estudio que acompaña a su traducción de La interpretación whig de la historia, de Herbert Butterfield. Además de proporcionar un comentario inteligentísimo de la propuesta teórica de Butterfield, Rocío muestra todo un estilo propio de pensar los temas del conocimiento histórico y sugiere lo que, sin duda ninguna, habría sido un enfoque muy fecundo para posteriores estudios. Nunca tendremos la monografía que Rocío habría podido escribir sobre teoría de la historia y de la modernidad, pero sí muchísimos estímulos para pensar por cuenta propia cómo habría sido ese excelente libro de filosofía.
Los lectores de El saber del error, su libro de 2007 sobre Sófocles, saben muy bien que, a pesar de todos los pesares, en la España de los primeros años de siglo era todavía posible escribir una obra que aunase la solvencia académica, la buena prosa y el pensamiento original. El saber del error pertenecerá sin duda al canon del ensayo español contemporáneo porque tiene motivos sobrados para ello. Su recorrido por los temas de las tragedias de Sófocles es todo un compendio de los grandes problemas filosóficos de la acción, de la racionalidad, del conocimiento y de la ficción, y toda una muestra de que en la literatura leída filosóficamente se encuentra a veces la forma más rigurosa de pensamiento. Después de leer este libro, que es toda una obra de madurez, el lector ya no podrá olvidar que la actividad y el saber humanos son trágicos en su raíz, y que gran parte del pensamiento occidental ha sido una enorme sucesión de intentos infructuosos de convencerse de lo contrario. Habrá aprendido también que la ironía está en la raíz de todo lo que verdaderamente importa, algo menos amable y simpático de lo que a primera vista parece, y una enseñanza nada fácil de asimilar del todo.
Cuesta mucho trabajo hacerse a la idea de que la obra de Rocío Orsi quedó interrumpida un funesto sábado de noviembre de 2014, pero lo que nos ha dejado proporciona materiales cuya lectura llenará muchos años de muchas vidas y producirá esa clase de efectos que desencadena la filosofía de verdad y que no pueden anticiparse hasta que llegan a hacerse presentes con el rostro inconfundible de los verdaderos acontecimientos.
Antonio Valdecantos
Getafe, 21 de abril de 2015