¿Sabes de dónde vienen las buenas ideas? Del teflón a YouTube, pasando por la estructura del ADN, Steven Johnson nos cuenta “una historia natural de la innovación” desvelando ciertos patrones que se repiten en la historia de la creatividad. Quiero destacar algunos de ellos, los relacionados con los entornos que permiten y facilitan las conexiones necesarias para que surjan las ideas. Tomando conceptos de la biología (como el de ecosistema, o el de resiliencia) entenderemos actitudes sociales, y veremos cómo algunas veces las organizaciones sociales (las instituciones, las empresas, las redes) se comportan de modo paralelo a los ecosistemas naturales.
Por ejemplo, las ciudades como metáfora de plataforma en la que se apoya la creación de nuevas ideas. Más que la cercanía, es la conexión de los seres vivos la que permite que tanto los arrecifes de coral como las modernas ciudades sean hervideros de vida, donde la cooperación y el apoyo mutuo valen más que la competición. El autor de este libro muestra varios ejemplos de “hervideros” creados por las conexiones, de entre los que destaca hoy internet, la mayor de las conexiones, el mayor hervidero de ideas.
¿Qué tipo de entorno crea las buenas ideas? La respuesta más sencilla es esta: los entornos innovadores permiten que sus habitantes exploren lo “posible adyacente” porque les ponen delante una gama más amplia y diversa de componentes -tanto mecánicos como conceptuales- y porque fomentan que haya ideas originales sobre la forma de recombinar esos componentes.
La mezcla, la experimentación, la exploración, el asombro y el descubrimiento forman los pasos del camino hacia las buenas ideas. Desde el montaje de un coche a la creación de Twitter, desde la primera epifanía de Darwin sobre el arrecife de coral a la supervivencia de los astronautas del Apolo 13, Steven Johnson expone y desarrolla en un estilo cautivador esta idea: abrir una puerta nueva puede llevarte a un gran descubrimiento científico de los que hacen época, o a dar con una estrategia efectiva para tu trabajo cotidiano o tu vida doméstica, “la cuestión es inventarse formas de explorar los límites posibles de lo que te rodea”.
Las ciudades son entornos propicios para la exaptación “porque cultivan habilidades e intereses especializados y crean una red líquida” desde la que puede filtrarse información sobre todos esos intereses y habilidades para influir sobre los vecinos.
Entornos compartidos de ideas, que suelen tomar la forma de un espacio público del mundo real, lo que el sociólogo Ray Oldenburg llama “el tercer lugar”, un entorno cohesionante de las personas y las ideas, y que no es ni su casa ni su trabajo: los cafés en el siglo XVIII, las tertulias en el XIX, las cafeterías de los campus universitarios en el XX… y por supuesto, las bibliotecas. Lugares en los que el indivuo creativo encuentra quien comparta sus intereses y encuentra una red de apoyo que fomenta la creatividad del grupo. La colisión de ideas que se encuentra en este modelo de “tercer lugar” (café, biblioteca, reunión) se encuentra actualmente en las redes sociales amplias y de tipo horizontal (Twitter y Facebook) donde se conectan personas fuera de sus convenciones profesionales y valores comunes, donde se mezclan los distintos orígenes e intereses para dar lugar, de vez en cuando, a que prenda la chispa de la creatividad.
Las redes sociales y las bibliotecas permiten hoy gracias a su interconexión que la información viaje por la red, entre “lazos débiles”, y de forma eficiente en lugar de quedarse anclada en un grupo cerrado, sino que se extiende a contextos diferentes del que la ha originado.
…a todo esto: comienzan hoy 5 de noviembre los actos de la Semana de la Ciencia en la UC3M, y en la Biblioteca de Colmenarejo tenemos una exposición de libros de ciencia que no necesitarás para aprobar tus asignaturas pero en los que encontrarás, si hay suerte, esa chispa que hará saltar la idea que, quizá, te sirva al final para mucho más.