Desde hace tiempo tenía pendiente la lectura de “El señor de las moscas” del Nobel William Golding y merece la pena, me ha impactado y sobrecogido. Es una fábula de la condición humana, aflorando una maldad terrible. Tienen la necesidad de adaptarse a la nueva situación.
En una isla desierta del Pacífico aparecen un grupo de muchachos ingleses de varias edades en una situación límite y desconcertante. Han llegado en un avión y tienen que sobrevivir, hasta que les rescaten. El encuentro de una caracola permite que con su sonido los muchachos se agrupen. Este va a ser un símbolo de autoridad en toda la narración.
Cómo en todo grupo tienen que organizarse, surge el líder y su rival, y la búsqueda por el poder llevará a conductas violentas. En el grupo que se organiza, los distintos chicos representan diferentes aspectos de las personas. Están los que representan la democracia, otros la irracionalidad, el deseo de poder y la violencia, otros la voz de la razón pero son los que menos fuerza tienen dentro del grupo y otros la bondad.
“Le tengo miedo –digo Piggy- y por eso le conozco. Si tienes miedo de alguien le odias, pero no puedes dejar de pensar en él. Te engañas diciéndote que de verdad no es tan malo, pero luego, cuando vuelves a verle… es como el asma, no te deja respirar. Te voy a decir una cosa. A ti también te odia, Ralph.”
Es impresionante su lectura con la civilización contra la barbarie y la pérdida de la inocencia infantil como temas muy importantes dentro de la novela.
Si no lo has leído y después de esta breve reseña te apetece, en nuestra biblioteca tenemos esta novela y la película basada en ella.
Rosa Jiménez Villarín