Un reloj, por favor. Algunos no llevamos

25 de marzo de 2019

 

“Reloj en lo alto de la sala de lectura. Algunos no llevamos. Por favor. Gracias”

Esta es la petición que nos hacía un usuario en octubre del año 95 y no sólo nos pedía esto, sino que además nos hacía el siguiente dibujo:

La idea era genial: un reloj panóptico que pudiera ser visto desde cualquier punto de la sala circular, lástima que colgar un artefacto así del techo planteara muchos problemas de mantenimiento y le tuviéramos que decir al usuario que no podíamos poner en práctica su idea. Sin embargo, fue una suerte que la sugerencia estuviera plasmada en papel y que alguien la guardara y que hayamos podido encontrarla después de tanto tiempo…

Otras ideas eran un poco más vintage incluso para la época que nos ocupa, los años 90:

“Por favor, ¡un fichero! de los de antes, con fichas de cartón en cajoncitos, que pueden ser consultados por varios usuarios a la vez…o muchas pantallas más”.

Quizá hubiera pocos terminales donde se pudiera consultar el catálogo, pero eso desde luego no justificaba la vuelta al pasado que esta persona nos sugería. Así que se optó por la segunda solución, más pantallas.

Alguna queja se colaba también en los formularios de sugerencias de la década de los 90, entre las que destaca alguna de un grupo de personas que decidió usar un seudónimo y que por lo que hemos visto, debían escribir con asiduidad, eran los Irónicos Anónimos:

“Hasta el martes de la anterior semana desconocía por completo que la biblioteca de la Universidad, gracias a una subvención de la autoridad competente había instalado un sistema de hilo musical en el fondo bibliotecario. A las 15 horas me encontraba estudiando en una de las mesas de este Fondo especializado, cuando de pronto unas monótonas notas musicales en un tono singular en cuanto a su agudeza, irrumpieron en el silencio ensordecedor de la sala. Al prestar atención, descubrí al teclado del ordenador (en un lateral de la sala), a un anónimo virtuoso que en un momento de inspirada felicidad, arrancaba del OPAC una densa sinfonía electrónica tan turbadora que ninguno de mis compañeros de sala pudo abstraerse del magnífico concierto allí interpretado. Quiero desde aquí felicitar a aquel terrible genio e invitarle a que potencie su habilidad con otros instrumentos tan intensos como cláxones o pizarras rayadas por tijeras. Y por otro lado, sugerir a la biblioteca que aumente el rango armónico del ordenador para que en un arranque de increíble erupción musical, pueda ser contenido y dirigido hacia nuevas piezas, e incluirlas en la Historia de la música clásica. Además, felicito la acústica del fondo de depósito ya que desde cualquier punto puede uno disfrutar de tal concierto. Por último, felicitamos al resto de la biblioteca por el perfecto servicio que sigue dando ¡Volveremos!”

Ah, el nombre les venía que ni pintiparado al grupo. Me sorprende la soltura con que usaban las siglas OPAC para referirse a los ordenadores de consulta del catálogo, la precisión de los datos geográficos y temporales y la elegancia para quejarse, junto a la generosidad a la hora de ensalzar otros servicios de la Biblioteca.  Esta vez os dejo la respuesta que les dieron:

“Comprendo el deleite que supuso el concierto. A veces se bloquean los terminales y la única solución es avisar en el Centro de Documentación Europea o en el Préstamo para que los desbloqueen. Agradezco, en nombre de la Biblioteca la felicitación. Raramente en las sugerencias aparece una palabra de aliento a la tarea cotidiana.”

Sorprende que se contestara incluso a alguna sugerencia que parecía más bien una broma, como esta:

“Nosotros, alumnos de la “guardería” no encontramos el libro de Pinocho por ninguna parte, lo cual me deprime bastante”

La fecha que lleva la sugerencia es 39-13-91. El caso es que en febrero de 1992 se les contestó lo siguiente:

“Lamento que no localices el libro de Pinocho, pero a lo mejor encuentras otro cuento que pueda ocupar tu ocio. En efecto, el fondo bibliográfico no es abundante, pero crear una biblioteca de cero requiere tiempo. Este año pasado se han adquirido 10.000 volúmenes. Te sugiero que cuando no localices el libro concreto que buscas, preguntes al personal de la biblioteca o busques por ti mismo. Seguro que encuentras otro que pueda serte útil y, a veces, incluso mejorar al primero”

A pesar de contestar incluso a sugerencias un poco absurdas, hubo quien a su vez, envió una sugerencia quejándose del lenguaje irónico que se empleaba en las respuestas a las mismas. Esto fue lo que se le contestó:

“Lamento que la percepción que tenga de las respuestas a las sugerencias sea la que expone en su propia “sugerencia”. En ningún momento he querido dar esa sensación, ni era esa mi intención salvo en el caso concreto de un grupo de usuarios que se autotitulan “Irónicos anónimos” y con los que, de una u otra manera, existe una cierta relación “epistolar”, que esta Dirección agradece y valora”

Me habría gustado entablar una relación epistolar como la que tuvo lugar en esta Biblioteca hace más de 20 años, pero lo máximo que me ha pasado es que me escribieran un Pregunte al Bibliotecario pidiéndome socorro porque un ratón gigante estaba a punto de devorar a un lector o lectora y no recuerdo lo que contesté: cosas de la era digital 😉

 

 

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