Tesoros perdidos

20 de septiembre de 2016

Confieso que siempre he sido un poco ratón de biblioteca… pasearme entre las estanterías, buscando ese libro que me permitiera transportarme a otros lugares, conocer otra gente… esa historia que me atrapase de tal forma que fuese imposible dejar de leer… en fin… allá cada uno con sus rarezas, ¿no?… Claro, que con el paso del tiempo las manías se van haciendo un poquito más intensas… y ahora ya no me conformo con encontrar una buena historia, ahora, además me ha dado por la espeleología literaria… ¿Y eso qué es?, te preguntarás… ¿leer libros en cavernas?… Pues no, todavía no he llegado a eso… pero ¡¡quién sabe!!… A lo que me refiero con este término es a convertirme en un explorador en busca de esos libros que, como mínimo, deben estar en cuevas de lo más profundo… porque nadie los lee… o muy poca gente… y, a veces, son todo un descubrimiento. Otras no, y es mejor dejarlos enterrados en su estante/caverna…

¡¡Hace poco que me he encontrado con dos!!, fíjate qué suerte, porque uno puede ser coincidencia, pero dos… es que me debo estar haciendo profesional…

aldeading Del primero me gustó la imagen de la cubierta… tan oriental… cuatro trazos, pero muy bien puestos, que yo, aunque quisiera, no lo hubiera hecho tan bien. Y es que claro, el autor es chino, que eso hace mucho. ¡Y qué bien escribe! Porque la novela es dura, para qué lo vamos a negar, y real, que es mucho peor… Cuenta la historia de la aldea Ding, en China, y de sus habitantes, que empezaron a vender su sangre para poder vivir. Pero claro, antes no había las medidas de higiene y esterilización que hay ahora… y en China menos… y en la aldea Ding ni te cuento, ¡que ni para comer tenían! Pues nada, que se contagiaron de SIDA… y ahí se ve la miseria humana, que cuando nos va bien, somos todos muy buenos… pero si no, también se ve la decadencia y la ruindad. Aunque también hay buenas personas, no te vayas a creer… Yo me lo leí en dos días… porque eso sí, a humanidad, no le gana nadie. Y resulta que ahora el autor ha publicado otro libro, “Los besos de Lenin”… pero ése será para la próxima expedición.

El sekarnowskygundo ha sido “La familia Karnowsky”, de Israel Yehoshua Singer.  El dibujo de la cubierta también me gustó, que la pintura del S. XIX siempre fue de mis favoritas. Ahh, claro, que tú nunca has elegido un libro por las tapas… pues no sabes lo que te pierdes… Si en el otro aprendí cosas de China, aquí lo he hecho del pueblo judío. Porque antes, aparte de los candelabros y los tirabuzones… Además, a mí las historias de familias y los enredos generacionales siempre me han llamado la atención. La novela empieza con la historia del patriarca, David, cuando emigra a Alemania. Después enlaza con la de su hijo Georg, que hace lo que hacen los hijos, prescindir de los consejos de los padres hasta que les toca a ellos ejercer… así que aquello que le decía su padre de “ser un judío en casa y un hombre más en la calle” tampoco se lo tomó demasiado en serio. Pero, no te creas, que no le fue nada mal… luego ya, cuando se vieron obligados a emigrar… ahí la cosa cambió. Que el tener que irse de casa de uno debe ser de lo más duro… Y su hijo, Yegor, que no se adaptaba al nuevo país… pero, claro, ¡el muchacho lo había pasado tan mal!… ¿Que quieres que te cuente algo más de la historia? Pues te tendrás que leer el libro, digo yo, que si no  ¡¡cómo te vas a convertir en un espeleólogo literario!!

E. M.

Categorías: 365 días de libros

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