- Abolir la obligatoriedad de su lectura.
- No insistir tanto en su carácter de obra cumbre de la literatura universal. Vale, lo es, pero no hace falta repetirlo tanto. Señores eruditos, no nos oponemos a que escriban y publiquen, pero déjennos leer.
- No anotarlo más de lo necesario: está lleno de arcaísmos (que ya eran arcaicos en la época de Cervantes) pero leer un texto plagado de notas extensas puede resultar muy incómodo.
- No tomar en cuenta su peso o el número de páginas: los libros de las sagas de 50 sombras de Grey o Millenium también son muy gordos y nadie se ha quejado, aunque a lo mejor el secreto sería hacer un Quijote porno soft o criminal-truculento…
- Leerlo con los ojos del pasado pero también con los del presente: yo he encontrado cosas que podría haber dicho alguien del 15M y cómo no, otras que podría haber dicho algún cabecilla de la Gürtel.
- Reírnos como los duques que se burlan de la locura de Don Quijote y de la ignorancia de Sancho y reírnos porque Sancho es ignorante pero tiene sentido común, rústico pero honrado y sale bastante airoso cuando le hacen gobernador de la ínsula Barataria, aunque no sepa lo que es una ínsula.
- Sentir compasión por Don Quijote, loco que comete desatinos, ridículo en su indumentaria y en su lenguaje, pero bueno y profundamente humano.
- Disfrutar de los juegos literarios como los de la autoría de la obra, las novelas dentro de la novela, las opiniones que de la primera parte de la obra aparecen en la segunda, las menciones al Quijote de Avellaneda, las alusiones a otros escritores de la época, etc. Y con esto me doy cuenta que tengo que desdecirme del punto 3 porque para disfrutar de muchas de estas cosas necesitamos la ayuda de las notas.
- Acordarnos de él en meses que no rimen con mil y en años que no terminen en 05, 15 y 16.
- Inventar una pastilla que sea capaz de borrar de nuestras memorias la cancioncilla de la serie de dibujos animados de los 80.
Y todo esto se resume simplemente en un punto: leerlo. Quizá lo más difícil sea dar el primer paso y aproximarnos a él, pero una vez hecho esto, nos encontramos con un libro lleno de aventuras y tremendamente divertido. Sí, admite muchas lecturas pero, ¿qué tal si simplemente nos lo pasamos bien mientras lo leemos?
Por Marian Ramos