Concepción Arenal

Mar 10, 2016 | 365 días de libros

Concepcion_Arenal_1Igual que a veces nos olvidamos de dar las gracias a las personas que nos ayudaron, la Historia frecuentemente se olvida de aquellos que nos han hecho avanzar, y si además, se trata de mujeres, ese olvido se produce mucho más a menudo.

Los que trabajamos en el Campus de Getafe hemos podido pasar por el edificio Concepción Arenal y no dedicar,  seguramente por ignorancia, ni un pensamiento a esa mujer. Al menos es lo que me pasaba a mí que no tengo ninguna formación jurídica: no tenía ni idea de quién había sido y qué le debía. Así que la fecha del Día Internacional de la Mujer  y la decisión de dedicarle una exposición en la Biblioteca de Ciencias Sociales y Jurídicas me ha servido para conocerla un poco más y darle las gracias por escrito por su contribución a dejar un mundo más justo para todos y sobre todo para las mujeres.

Porque Concepción nació en unos años muy difíciles para España, ya que al breve Trienio liberal, que empezaba el año de su nacimiento (1820) pronto le sucedería la vuelta del Absolutismo. En principio se le dio la educación propia de las mujeres de clase alta de la época, que no tenía nada que ver con la que recibían los varones, lo que no le satisfizo en absoluto, así que empezó a estudiar francés e italiano por su cuenta y a leer libros de ciencias y filosofía. Una mujer con tantas inquietudes intelectuales no tenía cabida en la Universidad de la época (ninguna mujer podía acudir a esa institución), así que se disfrazó de hombre para asistir a la Facultad de Derecho y para ir a las tertulias del Café del Iris. Por supuesto, nunca pudo titularse. Y aunque no tuvo que volver a disfrazarse, sí que ocultó su firma mientras trabajaba en el periódico liberal La Iberia o firmó con el nombre de su hijo cuando se presentó al premio de la Academia de Ciencias Políticas y Morales. Afortunadamente, cuando descubrieron que en realidad el texto al que habían premiado pertenecía a una mujer, decidieron concedérselo de todas formas.

Después de que incluso una película para la televisión la reivindicara, su labor como precursora del Derecho Penitenciario o del Trabajo Social es un poco más conocida. Esa misma labor le hizo ser admirada en su propia época: pocos días después de su muerte, en el Ateneo de Madrid se le hizo un homenaje  donde se glosaron precisamente las facetas literaria y jurista de la escritora. Emilia Pardo Bazán, en Nuevo Teatro Crítico se lamentaba de que nadie hubiera alabado sus ideas acerca de la mujer, su seguridad en que solo necesitaba una educación digna de tal nombre para demostrar toda su capacidad intelectual. Aunque ya no necesitaba el disfraz de hombre, parecía que quienes la alababan seguían sin ver a la mujer.

Este post no tiene ninguna pretensión exhaustiva sobre Concepción Arenal, simplemente me gustaría despertar la curiosidad hacia su obra, parte de la cual podéis encontrar en la Biblioteca y llamar la atención sobre esas mujeres que se atrevieron a dar los primeros pasos y nos allanaron el camino.

Marian Ramos

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