Jorge ha perdido su empleo en la Cinemateca de Uruguay, que ha cerrado sus puertas por culpa de la crisis, y ahora camina por las calles de Montevideo, replanteándose qué ha hecho hasta ahora con su vida y qué nuevo enfoque puede dar a su futuro. Él, al igual que la cinemateca en la que trabajó durante 25 años, nunca ha sabido hacer otra cosa que amar el buen cine e intentar que la gente también lo ame, pero debido a la crisis eso ya no parece ser económicamente rentable y se ven obligados a abandonar. Ésta es la trama que nos presenta el director uruguayo Federico Veiroj en su película de 2010 La vida útil, un delicado ejercicio de estilo cinematográfico en el que Veiroj rinde un hermoso tributo a sus compañeros de la cinemateca donde durante años él también trabajó.

La cinta, con tintes de drama y documental e incluso de comedia romántica y musical clásico, filmada en un granulado blanco y negro con una cámara de 16 mm, nos plantea una lúcida reflexión sobre la “utilidad” social del amor al cine. La vida útil rápidamente se convirtió en una obra de culto para cinéfilos, y entre los numerosos galardones que obtuvo cabe destacar el premio Cine en Construcción de la Industria en la edición de 2010 del Festival de San Sebastián, el Primer Premio Coral del Festival de La Habana en el mismo año y el premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires en la edición de 2011.

Si La vida útil despierta vuestra curiosidad, esperamos poder hablar muy pronto de otras películas uruguayas como son 25 Watts del director Juan Pablo Rebella y Gigante, de Adrián Biniez, que os esperan en la Biblioteca.

Y ésta ha sido la recomendación con la que os deseamos a todos un buen fin de semana.

Por Nacho Larrea, bibliotecario de la UC3M.