Negra por dentro y por fuera

Oct 16, 2015 | 365 días de libros

A propósito de la octava edición del Festival Getafe Negro, que se está celebrando en Getafe con la participación de la Universidad Carlos III de Madrid que acoge un ciclo de conferencias sobre género negro, estamos realizando exposiciones de libros en las bibliotecas de Ciencias Sociales y Jurídicas y de Humanidades Comunicación y Documentación, de Getafe. La biblioteca del Campus de Colmenarejo por su parte acoge en su vestíbulo de entrada una exposición de novela negra realizadea fundamentalmente a partir de la donación de Chema Lara.

En esta colección encontraremos ediciones de bolsillo de los años 70, casi en la categoría de “pulp fiction”, con clásicos indiscutidos de la talla de Raymond Chandler mezclados con otros olvidados como el oscuro Gabriel Veraldi quien, como otros autores, publicó con pseudónimo sus obras negras para diferenciarlas de sus obras más literarias o bien para pasar desapercibido en su trabajo cotidiano como diplomático, profesor universitario o médico.

Sus protagonistas -muchas veces investigadores privados con un pie dentro de la justicia y otro fuera- tienen nombres sonoros y enigmáticos, como el detective Moses Wine (creado por el californiano Roger L. Simon), el detective Jacob Asch (creado por Arthur Lyons) o el negro oficial de policía Sepulturero Jones (creado en Harlem por el autor Chester Himes).

Un caso aparte de uno de los lugares comunes frecuentes en estos personajes puede ser Don Strachey “el detective menos mujeriego de la historia de la novela negra” en palabras de su creador Richard Stevenson, que trata así de diferenciarlo de los mujeriegos investigadores que pueblan las novelas de Bill S. Ballinger o de David Goodis.

De su prosa directa, en ocasiones dura, muchas veces narrada en primera persona, destaquemos algunos fragmentos desordenados:

Los pasos sonaban cada vez más cerca. Dio unos cuantos tropezones y cayó al suelo de costado. Intentó incorporarse pero una mueca se pintó en su rostro al comprender que no lo lograría. Por entre sus párpados semicerrados percibió la figura de blanco corriendo hacie él y comprendió…


El garaje se encontraba abierto y dentro de él se veía un sedán. Me detuve un poco más allá y entré en el garaje lo bastante para tocar el caño de escape del auto. Estaba frío. Pasé al otro lado del rústico portillo por un sendero flanqueado de piedras, hasta la galería. Cuando llegué, se abrió la puerta. Apareció una mujer alta, enmarcada contra la luz…


Bajé la escalera de dos en dos y mantuve un ritmo rápido hasta llegar a la esquina. Por la acera se acercaba una mendiga arrastrando un carrito de la compra, resoplando dentro de su jersey apolillado, pero no creo que me siguiera. La verdad es que no podía estar seguro. Podía llevar una 38 escondida en el carrito…


Nos siguen. Alguien en aquel maldito poblacho nos sorprendió. Han difundido nuestra descripción. Alejémonos de esta carretera. Gira al norte en la siguiente y dejemos ésta…


¿Qué podía yo decir? Todos los asistentes sabían que yo la había matado; la única persona que hubiera podido ayudarme también estaba muerta. Por tanto allí estaba yo, en pie, mirando al juez y sacudiendo la cabeza negativamente. No, no tenía nada que alegar…


Aterricé encima de su espalda y el agente cayó a gatas sobre el suelo del ascensor. Me hice a un lado y con el revólver le aticé un golpe por la parte de la culata. Cayó desplomado…


Sí, tenía que largarme. Allí detrás venían ellos, corriendo tras de mí, tumbando a los peatones que yo simplemente había esquivado, creando peleas secundarias y profiriendo sin parar amenazas, pudiendo ver la muerte grabada en sus ojos…

Busca en instagram la etiqueta #GetafeNegro para ver las cubiertas de estos libros (verás que son negros por dentro y por fuera) y todas las imágenes de las actividades realizadas en este festival y en las bibliotecas de la universidad sobre literatura negra.

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