En este fancine no queremos permanecer ajenos a lo que ocurre fuera de los muros de la Biblioteca de Humanidades. Hay todo un mundo de cine en movimiento que nos invita a curiosear. Sin ir más lejos, en el Cine Doré, núcleo indiscutible de la divulgación cinematográfica en Madrid, se está programando desde hace aproximadamente un mes, un ciclo dedicado al autor Brian De Palma, el más extraño e idiosincrático de la generación de los “movie brats”, que se prolongará, si no se hace una pausa entre medias, otro mes más, probablemente. Con esta entrada queremos suscitar interés por este ciclo, así como informar de qué películas del director pueden encontrarse en las bibliotecas de la universidad (que aparecerán en negrita según se mencionen).
Constantemente denostado por los defensores del “buen gusto” y el cine equilibrado, el cine de De Palma ha encontrado la admiración de aquellos que han sabido ver en su barroquismo visual, sus referencias cinéfilas y sus tramas imposibles la huella de una personalidad fuerte y una mirada inteligente y juguetona en torno a cuestiones como las alteraciones de la visión, los sistemas de captación de imágenes o la propia credibilidad de la narración. Otros “movie brats” se situaron en un rol cultural bien definido: Scorsese se ha identificado siempre con un cine rabioso y violento, pero de un virtuosismo formal y temático siempre respetado; Coppola no descansó hasta alcanzar un colosalismo “más grande que la vida”, causante de su grandeza pero también de su inestabilidad; Spielberg ha sabido conectar con el público como pocos lo han hecho en la historia del cine, sin perder un rigor clásico al plantear sus películas. Brian De Palma, sin embargo, se queda en una tierra de nadie. Su estilo y sus narraciones parecen apoyarse en la inverosimilitud de un tipo de cine que busca explotar el impacto del sexo y la violencia, se apropia de forma explícita de varias películas de Hitchcock y se esfuerza en crear fantasías que exploran temas abstractos, en lugar de apoyarse en procesos históricos y personajes psicológicamente desarrollados. De ahí que haya sido uno de los autores más apreciados desde el punto de vista de la cinefilia, ya que sus películas adquieren valor como objetos cinematográficos en sí mismos, o como experiencias, sin interesarse por el prestigio obtenido a través de la “literalización” de sus contenidos.
Hay dos excepciones a esta descripción en la obra del director, consideradas grandes películas por los que no suelen apreciar su cine y que, a pesar de eso, lo son. Me refiero a Scarface – El precio del poder y Carlito’s Way – Atrapado por su pasado, historias de proporciones épicas en torno a la figura de un gángster (en ambos casos interpretado por Al Pacino), y que exploran el gigantismo estético y de conducta adoptado por los depredadores de la ideología del capitalismo extremo, la primera, y la amargura por la pérdida del vigor, la segunda.
Otra categoría de películas de De Palma bastante popular son los thrillers-melodramas con toques de terror que dirigió en los 70, especialmente La furia y Carrie, que se caracterizan por un estilo exuberante, una expresión emocional que roza lo neurótico y una violencia explícita.
No obstante, la quintaesencia de la expresión autoral de Brian De Palma se materializa en un tipo de thriller muy específico, que tiene como señas de identidad la trama conspiracional o el desdoblamiento de identidades, la importancia de las tecnologías de captación de imagen y sonido en la resolución de las tramas, así como su contraste con la visión y audición naturales de los personajes, la abstracción del espacio y el tiempo mediante un rodaje y una construcción de la narración llevados al extremo de lo complejo, y la confusión entre la “realidad” y los mundos ficticios interiores, sean estos películas o sueños.
Se puede decir que esta categoría se consolida con Blow Out – Impacto, supuesto remake libre del Blow-Up de Antonioni, en el que un técnico de sonido que ha pasado de hacer escuchas para la policía a sonorizar películas de baja calidad descubre sin querer un posible asesinato político tomado por accidente, y cuya sospecha de conspiración recuerda intencionadamente al asesinato de Kennedy. Como empezará a ser habitual en el cine del director, una serie de fotografías y una grabación sonora son la base para la reconstrucción de un instante decisivo. El micrófono se convierte así en un dispositivo que da sentido a una realidad que sin él quedaría incompleta.
Otro logro dentro de este tipo de cine, y una favorita personal, es Doble cuerpo, especie de reinvención de La ventana indiscreta y Vertigo, que utiliza el ámbito de lo cinematográfico para explorar el poder de fascinación de la mirada, y ya de paso establecer un contraste entre distintos discursos audiovisuales. Víctima de un engaño que lo involucra en una trama criminal, un actor sin éxito se obsesiona con el cuerpo de una mujer que ha visto en una performance planificada de antemano. En la búsqueda de esta mujer, búsqueda que coincide con la resolución del crimen, realizará el viaje desde el cine “respetable” al cine pornográfico (¿cuántas veces se ha fijado Hollywood en este hermano menor?). De Palma tiene la osadía de citar inequívocamente a Vertigo (hoy considerada la mejor película de la historia por muchos) en el contexto del rodaje de una película porno, y, en el mismo plano, romper la ilusión de ficción con una aparición del equipo de rodaje. Todo ello conforma un discurso casi ensayístico sobre el papel del cine en la satisfacción de los impulsos voyeuristas (algo que pondría en común al porno con el cine de Hitchcock), y sobre la naturaleza de simulacro de toda creación cinematográfica (a lo que hace referencia el título de la película).
Varios años más tarde De Palma creó Snake Eyes, un thriller que, de nuevo, vuelve a consistir en el descubrimiento de una conspiración, y que, como en Blow Out, hace girar su trama en torno a la reconstrucción de un instante específico, esta vez a través de un despliegue de cámaras de televisión y testimonios, reales o falsos (cada uno de ellos con su propio plano de punto de vista subjetivo) que, en conjunto, podrían interpretarse como una inteligente reflexión sobre las posibilidades del montaje a la hora de permitirnos acceder a la interpretación de unos hechos. Al tratarse de una película sobre el montaje, resulta especialmente curioso que comience con un plano secuencia de más de 10 minutos que contiene la presentación del protagonista y la introducción de los hechos previos al desencadenante de la trama. No es la única virguería visual: en un momento dado nos encontramos con un plano subjetivo que, tras la aparición de un espejo, se desvincula de la visión del personaje y se vuelve objetivo. Zooms, sombras proyectadas, movimientos de cámara complejos, lentes bifocales y demás contribuyen a la potentísima identidad visual de la película.
Otros ejemplos de películas típicamente “depalmianas” serían Vestida para matar, En nombre de Caín, Misión: Imposible, Femme Fatale y Passion. Habría que hacer una mención aparte a Los Intocables de Eliot Ness, quizá la película más popular del director, y que se ajusta a unos parámetros narrativos y de personajes más convencionales dentro de la práctica de Hollywood. No obstante, De Palma mantiene su habitual vigor visual que, junto a un guion dinámico y lleno de personajes atractivos, dan lugar a uno de los mejores blockbusters de los 80.
Terminamos aquí este repaso a uno de los directores más divertidos y salvajes del cine americano. Quedaría mencionar otras películas que tenemos en nuestras bibliotecas pero no han sido tratadas en la entrada: El fantasma del paraíso, Fascinación, Misión a Marte y Redacted. Dejamos como complemento un ensayo audiovisual de Cristina Álvarez López y Adrian Martin sobre las formas en las que se articula la visión en la obra del director.
Hugo Poderoso Silgado (alumno de la UC3M)
[De Palma’s] VISION from A. Martin & C. Álvarez López on Vimeo.