Distintas formas de mirar el agua, Julio Llamazares

23 de abril de 2015

Embalse del Porma

Embalse del Porma
Imagen: Mundo Desconocido (CC BY-NC-SA)

Dicen que el agua es símbolo de purificación, de origen, de transformación… pero también de muerte y destrucción. Y es que, como todo en esta vida, el agua tiene el significado que cada uno le quiera dar.

 

“Hay distintas formas de mirar el agua, depende de cada uno y de lo que busque”

 

Esta historia comienza con una muerte, la de Domingo, patriarca de una gran familia que cuenta ya con varias generaciones. Aunque mucho antes de esto hubo, también, otra muerte, la del pueblo de Domingo, Ferreras (León), que murió sepultado bajo las aguas del Embalse del Porma, en 1969. Tanto Domingo como su mujer, Virginia, vivieron su destierro con dolor, despojados de sus orígenes, de sus ancestros, de su hijo Valentín, al que tuvieron que enterrar a una edad temprana… Para ellos, su visión del agua no es la del un nuevo comienzo, sino la de un fin y un engaño; aunque también representa un bien demasiado valioso, que debe contemplarse con respeto y no malgastarse, porque tiene un coste demasiado alto.

 

“Sepultados bajo el agua del pantano como aquél, aquí quedaron los casi cuarenta años que había vivido hasta ese momento, todos en la misma casa en la que nací y crecí, igual que mi madre y que mi abuela Andrea; cuarenta años si no felices del todo (la muerte de Valentín y de mi padre todavía joven vinieron a disipar mi felicidad), sí al menos muy tranquilos y apacibles, pues nuestra vida estaba ya encarrilada por los mismos caminos que las de nuestros antepasados, aquellos hombres y mujeres que levantaron para nosotros todo lo que ahora teníamos”

Y es por eso que Domingo, en el último tramo de su vida, quiere volver al pueblo en el que nació de la única forma posible. Sin embargo, no todos sus descendientes comparten su punto de vista. A lo largo de los capítulos del libro, cada uno protagonizado por un miembro distinto de la familia, hay cabida para sentimientos de tristeza, reproche, e incluso de incomprensión hacia un arraigo que el tiempo no ha conseguido apaciguar.

“¡Qué querencia a los orígenes! A mí, que siempre he visto Santander como una ciudad ajena por más que haya nacido en ella, me sorprende la querencia de la gente a sus orígenes, tanto la que los conserva siempre como la que los perdió algún día. Como mamá, para la que la laguna es una ensoñación de la que no se desprende a pesar de los años que hace que la abandonó”

Nos encontramos, sin duda, ante una historia generacional, en la que podemos observar claramente la evolución de conceptos como “origen”, “arraigo”… que quizá hoy, en este mundo tan marcado por la globalización, han perdido la intensidad de épocas anteriores. El autor, que vivió de primera mano la misma experiencia de su protagonista (su pueblo, Vegamián, desapareció también bajo las aguas del Embalse del Porma, conocido después por el nombre de su constructor, el ingeniero y escritor Juan Benet) ha sabido transmitir fielmente las distintas sensaciones que embargan a nuestro personaje, a través de los monólogos de su esposa, hijos, nietos… Y sin embargo, no es una historia marcada por el pesimismo, sino, simplemente, el retrato de una época de cambios. Los personajes no se regodean en sus desgracias, algunos, incluso, dicen ser felices.

En este caso, el agua ha dado origen a una muy buena historia, extraordinariamente contada. ¡Te animo a disfrutarla!. Tienes un ejemplar disponible en la Biblioteca de Ciencias Sociales y Jurídicas.  Y, además, podrás consultar el resto de novedades en nuestro tablón o si tienes cuenta, en Pinterest.

Categorías: 365 días de libros

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