Una madre, Alejandro Palomas

10 de septiembre de 2014

Una madre (Siruela)

Una madre (Siruela)

31 de diciembre. Nochevieja. Tras varios años de infructuosos intentos, Amalia, por fin, va a poder reunir a su familia en una cena.

Con este argumento podrías pensar que se trata de un drama lacrimógeno … ¡¡o incluso de una novela de terror!!!…  pues no, nada más alejado de la realidad. Con una prosa ágil, repleta de diálogos audaces y divertidos con los que no podrás evitar estallar en carcajadas, Alejandro Palomas nos regala esta novela de situaciones tan reales como absurdas, que demuestra lo contradictorios que podemos ser, a veces, los seres humanos.

En nuestra familia – y aquí no entra la rama amarga de papá -, la risa llega siempre a tiempo, ahorrándonos de un empujón la caída al abismo y dándonos márgenes de respiro y de temporalidad que al final terminamos agradeciendo.

 

Y es que Amalia, personaje que vertebra la historia, es, ante todo, una madre con todas sus letras. Es capaz de combinar una indefensión e ingenuidad extremas, con una gran fuerza y valentía para salir adelante en situaciones difíciles.

 

– Pues la semana pasada fui con Ingrid a ver “Los miserables”- dice mamá con voz de te-voy a contar-algo-pero-que-muy-interesante, poniendo una mano en el brazo de Olga-. Pero el musical, ¿eh? No la película.

Olga hace una mueca que seguramente quiere ser una sonrisa de interés, pero que se le queda clavada en la cara como el gancho de una percha.

– Correcto – dice.

– Ay, es tan… real – sigue mamá moviendo una mano en el aire. Va por su segunda copa de vino blanco y empieza a estar un poco achispada-. Está llena de miserables que sufren mucho todo el rato. Y a veces hasta lloras muy a gusto. O sea, un poco como el telediario, pero en París y sin los deportes. Y luego termina y te vas a cenar. Y ya está.

 

Y, por supuesto, cuenta con ese sexto sentido que deben adquirir las madres en el embarazo, gracias al cual pueden desarmar a sus hijos por lo certero de sus comentarios.

 

– Yo no me escondo de la vida, mamá – salto enseguida.

– Sí te escondes, Fer – dice con una media sonrisa que le conozco bien -. Te escondes, porque te da tanto miedo que vuelva a dolerte que prefieres no vivirla – Cuando quiero replicar, se me adelanta -. Y sé muy bien de lo que hablo, hijo. Creéme.

 

Pero, ante todo, tenemos delante una novela de personajes, donde los hijos y el hermano de Amalia no pasan, en absoluto, desapercibidos. Con historias que, en algunos casos, nos resultarán muy cercanas, se va desarrollando una trama sin grandes acontecimientos, pero muy fiel a la vida misma.

En definitiva, se trata, sin ninguna duda, de uno de los mejores antídotos contra el aburrimiento y la tristeza. ¡¡No te la pierdas!!.

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