Dice Cristina Cerezales Laforet que cuando su madre, Carmen Laforet, escribió Nada, la sombra de su éxito nunca dejó de perseguirla. Es difícil superarse cuando lo primero que escribes se convierte en un premio Nadal y mucho más si cuando lo escribes tienes tan solo 23 años. Suponemos que después de escribir aquella novela las demás no serían “nada” en comparación.
Conversamos con Cristina Cerezales autora de “Música blanca” en el Club de Lectura en el que participamos. El libro nos acerca a los últimos años de la vida de su madre, Carmen Laforet, sumidos en una amarga enfermedad que la aisló del mundo. Este relato de forma novelada se apoya en documentos, fotos y experiencias personales de su vida. Es imaginario, una manera de comunicarse a pesar del silencio de su madre, que su hija denomina “Música blanca”.
A través de las fotografías mostradas a su madre, desde las más recientes a las más antiguas, fragmentos literarios y pinturas, su hija va interpretando los silencios y componiendo el relato.
“La contemplas. Se ha quedado dormida. Te recorre un escalofrío cuando te levantas del sofá. No sabes qué canal ha utilizado para transmitirte su recuerdo, pero una nueva vía de comunicación se ha abierto entre vosotras.”
Su hija nos desveló también la gran influencia que tuvo para su madre ganar un premio Nadal, concretamente el primero que se concedió y el único que se ha concedido a una autora tan joven.
Su juventud le permitió escribir una novela “Nada” cargada de sentimientos muy ligados con la adolescencia, con tal realismo y precisión que no resulta difícil ponerte en el lugar de la protagonista y sufrir como ella todos sus dolores, su hambre enfermiza, su amarga incomprensión, sus desilusiones…
La novela, que sin ser autobiográfica guarda muchas similitudes con la propia vida de la autora, transcurre en Barcelona, concretamente en un viejo piso de la calle Aribau, (por si como nosotras tenéis curiosidad, la calle existe y allí vivió la autora) con la posguerra como telón de fondo. La protagonista es una joven de 18 años que movida por un deseo de liberación y una gran ilusión por estudiar, se ve obligada a vivir en casa de unos familiares. Así, a través de los ojos de esta inocente joven, nos adentramos en la peculiar y tormentosa vida los personajes de la calle Aribau.
“…el latido del barro húmedo cargado de jugos vitales, la misteriosa emoción de los brotes aún cerrados, el encanto melancólico de las algas desmadejadas en la arena, la potencia, el ardor, el encanto esplendoroso del mar.”
El mar siempre ha sido para madre e hija un lugar de descanso e inspiración. No es difícil comprender por qué.
Puedes encontrar los premios Nadal que tenemos en la biblioteca de la Universidad Carlos III en este enlace.
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M. Herrera y Rosa Jiménez