Sí, tenemos muchas anécdotas que contar, tantas que podrían convertirse en una sección fija de este blog. Desde siempre las bibliotecas han sido lugares propicios para que ocurran cosas extraordinarias.
Hemos recibido visitas de perros, gatos, pájaros, arañas, ratoncillos y hasta un alacrán. Hemos servido de localización para el rodaje de algún anuncio, una serie de televisión emitida por Cuatro “¿Hay alguien ahí?”, un programa de Televisión Española “Página 2″con motivo de la celebración de “Getafe Negro 2012”. Y han sido innumerables las veces que se han rodado planos para prácticas de clase.
Maravilloso fue encontrar libros nuevos entre las estanterías que nunca nadie vino a reclamar y que acabamos incorporando a la colección. Dentro de este capítulo de regalos anónimos, también se puede incluir la bolsa con el logotipo de Repsol que contenía más de una docena de libros en miniatura.
Entre las personas que nos han dibujado una sonrisa está el señor que pidió permiso para entrar a la Biblioteca Politécnica porque sentía nostalgia del tiempo en que este lugar era una huerta donde se cultivaban pepinos. O el mensajero que entró como un elefante en una cacharrería en la Biblioteca de Humanidades, en su antigua ubicación, pidiendo que le atendiesen en mitad de la sala a voz en grito. Justo fue en época de exámenes, imaginaros la situación, ahora que lo que queremos todos es que haya silencio…
Siempre nos quedará la duda de si era broma la consulta del supuesto policía (así se identificó, con placa incluida) sobre un extraño símbolo que traía dibujado en una hoja y del que quería investigar su procedencia. No sabemos si aquello formaba parte o no de un caso, pero desde luego nos dejó helados en pleno mes de julio.
Nosotros también hemos dado el cante y el baile. Cuando se inauguró el edificio 18, sede ahora de la Biblioteca de Humanidades, se representó una performance que rompió todos los esquemas: una bailarina taconeando sobre una mesa de estudio mientras cantaba “Non, je ne regrette rien” de Edith Piaf
Y algo que de tantas veces que se repite ya no se puede considerar anecdótico es la cantidad de veces que nos piden “alquilar” portátiles, salas de trabajo (también llamadas por algunos habitaciones) películas, libros… aunque nosotros preferimos llamarlo préstamo porque no cobramos nada por este servicio.
Estas son unas cuantas historias, pero nos hemos dejado muchas más en el tintero que iremos desgranando poco a poco. Ahora os pasamos el testigo por si queréis comentar algo especial que os haya sucedido en alguna Biblioteca.