Antología de Spoon River

31 de octubre de 2011

Nos resistimos a las lecturas sobre la muerte. A nadie le gustan los muertos ¡hombre! ni los cementerios, ni los zombies ni toda esa porción de cosas tétricas que relacionamos con esta noche (Halloween) y la de mañana (Noche de Difuntos). Las castañas, la calabaza y los dulces ¡si! por supuesto. Y los huesos de santo, los buñuelos y el chocolate caliente.
Ante la abundancia de sombreros de bruja, calabazas horadadas, maquillajes pálido-verdosos y ropa hecha jirones negros, hoy voy a volver la vista. No hacia la tradición de la Noche de Difuntos (con Becquer metiendo miedo en las venas) sino hacia la propia tradición americana, hacia una poética del recuerdo al difunto que no necesariamente tiene que ver con el supuesto “gótico” al que nos tiene acostumbrada el imaginario Halloween.
A pesar de la imagen reproducida arriba, de la cubierta de este libro en la edición que poseemos en la Biblioteca, no es un texto sobre cementerios, ni sobre muertos en realidad, sino sobre personas que estaban vivas. Sólo que se presentan a través de sus lápidas.

La Antología es la crónica poetizada de una ciudad imaginaria, Spoon River, escrita en los nichos de su también imaginario cementerio. Son los muertos, a través de sus epitafios, quienes nos hablan de su intrahistoria a la luz de los oficios, cargos o profesiones que ejercieron o de lo que fue su vida cotidiana. Cada epitafio, un poema, una pequeña crónica, un relato, un fragmento de vida: “Uno murió de una fiebre, / otro se quemó en una mina, / a otro le mataron en una riña, / otro murió en la cárcel, / otro cayó de un puente donde trabajaba para mantener a su mujer y a sus hijos…/ Todos, todos duermen. Todos están durmiendo en la colina”. Manuel Rico, en Babelia.

 O en sus propios versos originales:

 All, all are sleeping on the hill.
One passed in a fever,
One was burned in a mine,
One was killed in a brawl,
One died in a jail,
One fell from a bridge toiling for children and wife—
All, all are sleeping, sleeping, sleeping on the hill.

Insisto, nadie se engañe. Es un libro poético que cuenta historias, o una novela coral escrita en verso libre. Pero lleno de seres vivos. No hay morbo en ello, más allá de la cubierta que ilustra esta edición, y del hecho de saber que lo que lees son lápidas. Es un libro, en definitiva, como las grandes obras de la literatura universal, para conjurar la muerte.

Para terminar, y volviendo a la Biblioteca: ¿quieres leer el libro? está en los estantes, búscalo. O ve tras él con tu e-reader, tableta, iPad o lo que tengas. Experimenta la lectura portátil, si quieres, con este título:

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