El otro mundo, de Cyrano de Bergerac

Jul 20, 2009 | 365 días de libros

Hoy 20 de julio de 2009 hace 40 años que pisó por primera ver el hombre la luna: el 21 de julio de 1969 el comandante de la nave Apolo XI, Neil Armstrong, pisó el intacto polvo lunar. ¿Por primera vez de verdad?
Cyrano de Bergerac, el espadachín humanista, el soldado tabernario, el escritor más conocido en los garitos de juego del París del XVII, que se batió en cien duelos, que estudió las doctrinas de Epicuro, poeta burlesco e impío, libertino, librepensador e incrédulo, soldado contrario a las guerras, amigo de Gabriel Naudé, bibliotecario de Mazarino y padre de la biblioteconomía moderna y que, finalmente, murió joven, a los 36 años; Cyrano, decía, afirmaba haber pisado la luna (antes que Neil Armstrong).

Primer intento:
Me até todo alrededor gran cantidad de frascos llenos de rocío, y el calor del sol, que los atraía, me levantó tan alto que al cabo me encontré por encima de las nubes más altas. Pero como esta atracción me hiciera subir demasiado deprisa y, en lugar de acercarme a la luna, como yo quería, me pareciera más lejana que al partir, fui rompiendo alguno de los frascos hasta que sentí que mi peso superaba la atracción y descendía hacia la tierra.

Segundo intento:
Con una máquina que construí y que imaginaba capaz de elevarme tanto como deseara, me lancé al aire desde la cumbre de un peñasco. Pero, por no haber tomado bien mis medidas, caí bruscamente de cabeza en el valle.

Tercer intento:
Me di cuenta entonces de que, encontrándome la luna en menguante y acostumbrada durante ese cuarto a chupar el tuétano a los animales, sorbía aquél con que me había untado con tanta más fuerza cuanto que su globo se hallaba más cerca de mí, y sin que el obstáculo de las nubes debilitara su vigor.

Y cuenta Cyrano cómo cayó sin dolor no en la superficie de la luna, sino en las ramas del mismísimo Árbol del Bien y del Mal, y encontró en la luna ríos y avenidas y bosques, y jardines de flores, y en el jardín se cruzó con el profeta Elías, el demonio de Sócrates y selenitas invisibles.

Son fantásticos (en el doble sentido de la palabra) dos fragmentos de este libro: su apología del repollo y su descripción anticipatoria de magnetófono portátil. Encuéntralos.


Las ilustraciones de Grandville que suelen adornar las ediciones del Viaje a la luna de Cyrano se pueden apreciar en esta magnífica reproducción facsimilar debida a Gallica, el portal de la Biblioteca Nacional de Francia.

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