Boris Vian murió hace hoy 50 años, el 23 de junio de 1959. Novelista, dramaturgo, poeta, traductor, trompetista, compositor de óperas y de canciones de music-hall, autor de ensayos sobre el jazz y el cine, ingeniero de caminos, bohemio y snob autoconfeso, autor de novelas policíacas pseudoeróticas con el pseudónimo de Vernon Sullivan, cantante, amigo de Raymond Queneau, discípulo de Alfred Jarry, antimilitarista, patafísico, actor de cine, casado y padre de una hija.
Lo más importante en la vida es emitir juicios a priori sobre todas las cosas. Parece ser, en efecto, que las masas están equivocadas y que los individuos siempre tienen razón. Hay que abstenerse de deducir normas de conducta al respecto, pues no necesitan ser formuladas para que alguien las siga.Sólo dos cosas son importantes: el amor, en todas sus formas, con chicas bonitas, y la música de Nueva Orleans o de Duke Ellington. El resto debería desaparecer, pues el resto es feo…
[del Preámbulo a “La espuma de los días” 1946]
Hommage a Boris Vian.
Para empezar, esto de los bailes de disfraces es algo que debería estar prohibido. Son un coñazo para todo el mundo, y me parece que en pleno siglo XX no vamos a seguir vistiéndonos de bandolero siciliano o al estilo de Tosca, sólo para que te dejen entrar en su casa los padres de una chica que te gusta, pues a fin de cuentas éste era el problema (…) Ah, pues ella se lo había buscado. Me iba a disfrazar de mujer. Y todos sus amiguetes se me acercarían como moscas (…) [ella] se pasaría la noche mordiéndose los puños por haber organizado una fiesta de disfraces. A ver si no hubiera estado mucho más bonita con una florecilla entre los dientes y su fantástica piel sobre los hombros, excluyendo cualquier otra sofisticación.
[del inicio de “Con las mujeres no hay manera” 1950]
Boris vian por nwardezir
– No baila usted mal, para ser un adulto… – me dijo.
– Me enseñó mi abuelo – respondí.
– Se nota – se burló-. Pero por cinco centavos no se puede pedir mucho ritmo…
– De jive seguramente puede darme lecciones, pero yo puedo enseñarle otras cosas. Entornó los ojos.
– ¿Cosas de persona mayor?
– Depende de las dotes que usted tenga.
– Sí, ya la veo venir…
– Qué va a verme venir. ¿Alguien tiene una guitarra?
– ¿Toca usted la guitarra? – preguntó el chico.
Parecía despertarse, de repente.
– Toco un poco la guitarra – dije.
– Y también canta, entonces – dijo la otra chica.
– Un poco…
– Tiene la voz de Cab Calloway.
[de “Escupiré sobre vuestra tumba” de Vernon Sullivan 1946]
“On ne peut aimer toute sa vie que quelqu’un qu’on ne connaît pas”.